“La sirena navegaba en el mar, paseándose de un horizonte al otro, custodiando la superficie que albergaba las profundidades de sus emociones y sentimientos. Parecía estar buscando algo, bueno lo que todos buscamos, la corriente que nos lleva a encontrar nuestro camino. A momentos se entretenía con los peces, las algas, los globos, los libros de colores, la sal y lo que brillaba. Navegaba en solitario ya que el sol andaba en otra órbita, por lo que ya solo la luna alumbraba de día y de noche. A momentos llegaban los barcos y eso la hacía entender el pasar del tiempo; estos a veces se desaparecían y era señal que nadie estaba en alta mar buscando sus sueños. Entre sus que hacerse marinos le tocaba coordinaba las miradas de los otros, a los peces, a lo que se hunde, a lo que flota y así enfrentar día a día las corrientes y mareas internas y tormentas de la superficie.Hasta que un día por falta de luz y calor del sol, se desmayó, quedando fría, rígida y dormida por meses. Como una barca sin rumbo quedó flotando en el mar suspendida en el tiempo, los sueños, y los acompañantes de las oscuras profundidades. Sin darse cuenta la guiaba el faro, que siempre la ha cuidado y observaba que no se perdiera.Las gaviotas que como veletas le indicaban el norte y la luna que constantemente veia el reloj ya que estaba a punto de amanecer.”